martes, 21 de enero de 2014

Libro: "Malas compañías"


"Malas compañías"
Colectivo RETS
Ed. Icaria // Más Madera

Lejos de pensar que se trata de un paso más en el devenir de la historia, la globalización y la conquista del espacio supranacional por parte de las empresas transnacionales se debe a decisiones políticas y a la imposición ideológica del proyecto neoliberal. La supuesta neutralidad y asepsia ética de las relaciones empresariales globales no es más que una interesada ficción que beneficia a unas élites globales. 

Las “malas compañías” no son ninguna excepción. Son el fruto de mecanismos de explotación al servicio del enriquecimiento de unos pocos a costa del sufrimiento de las mayorías sociales. En estas páginas se denuncia la violación sistemática de los derechos humanos que llevan a cabo las grandes corporaciones que controlan la economía global. 

La argumentación está ilustrada con ejemplos documentados, gracias a la colaboración y al activismo de organizaciones y personas de todo el mundo, que permanecen en la primera línea de la lucha contra las empresas transnacionales.

El Colectivo RETS es una red de activistas que denuncia los abusos y las violaciones de los derechos humanos de las empresas transnacionales a través de la investigación, la comunicación y la acción directa.
  

sábado, 12 de octubre de 2013

Grandes borrascas de palabras

Que el Gobierno español participe destacadamente en un congreso de la lengua española, y un congreso además que se dice dedicado en particular al libro, parece sobre todo un gesto de humor negro. Estos congresos, a juzgar por la muy limitada experiencia que tengo de alguno de ellos, son sobre todo ocasiones para que las oligarquías políticas de los países de habla hispana se entreguen a celebraciones de la belleza y la pujanza del español que alcanzan espesores selváticos de palabrería. No hay discurso en el que no se den cifras triunfales sobre el número de hablantes de nuestra lengua, en particular sobre su avance demográfico en los Estados Unidos. Y ni siquiera faltan los oradores que aluden piadosamente a los millones de fieles que rezan en español. Estuve en el congreso de Cartagena de Indias, en 2007, y los discursos se sucedían sobre nuestras cabezas tan implacablemente como borrascas atlánticas, cada uno más entusiasta y florido que el anterior, con esa tendencia a la proliferación verbal y a las oraciones subordinadas que parece ya congénita en un idioma maleado durante siglos por predicadores religiosos, leguleyos fulleros y demagogos civiles o castrenses.

Que yo sepa, no hay congresos de la lengua inglesa, por ejemplo, y jamás he escuchado a ningún político americano o británico glosar su variedad y riqueza ni felicitarse por el número de sus hablantes. En Francia sí que hay más propensión a celebrar la lengua francesa, y hasta a adoptar medidas políticas de eficacia dudosa para limitar el contagio del inglés. Pero es que en Francia, a diferencia de en España o de cualquier país de habla española, hay una conciencia muy clara del valor real de la lengua como fuente de prosperidad y como indicio de civilización.

Ahora parece mentira, pero hubo un tiempo, no hace mucho, en que estuvo de moda en nuestro país mirar a Francia un poco por encima del hombro, como un país que se había quedado antiguo, rancio, estancado. Mientras tanto nosotros nos modernizábamos aceleradamente, bien con la murga de la “movida”, que sigue mereciendo ponencias en los congresos universitarios más lánguidos del Medio Oeste, o bien con aquel dinamismo que en 2003, cuando la invasión de Irak, nos puso del lado de aquellas dos lumbreras, George W. Bush y Tony Blair, muy por delante de lo que Donald Rumsfeld, Dick Chaney, Wolfowitz y otros héroes del belicismo civilizatorio y la desregulación financiera llamaban tan desdeñosamente “la vieja Europa”. Bastaba darse una vuelta por Francia, entrar a una librería, ver desde fuera la arquitectura de uno de esos lycées formidables, charlar en un aula con el profesor de literatura y con un grupo de alumnos, para comprobar la solidez de unas diferencias que cada día se van agrandando.

Con mayor o menor acierto, con éxito desigual, las élites políticas francesas actúan con la plena conciencia de que la salud del idioma es inseparable del estado de la educación y de la cultura, y forma parte del equipaje de la ciudadanía. Las élites, por llamarlas de algún modo, españolas, y una gran parte de las latinoamericanas, cultivan la retórica del español y al mismo tiempo hacen todo lo que pueden por perjudicarlo. Unas veces lo hacen a conciencia; otras por inercia o estupidez. En aquel congreso, cuando a mí también, qué remedio, me llegó el momento de dar un discurso, dije que el enemigo del español no era el inglés, sino la pobreza, y que la importancia de un idioma no se mide con cifras, porque todas las lenguas son iguales en su capacidad para nombrar y relatar el mundo, y porque lo que cuenta es el grado de bienestar, de educación, de creatividad y pluralismo político de quienes lo hablan. Que unos cincuenta millones de personas declaren el español como lengua natal en el último censo de los Estados Unidos puede llenar de orgullo a los nacionalistas de la lengua, en una época en la que proliferan nacionalistas de casi cualquier cosa. Lo que hará falta saber es cuál es el grado medio de bienestar de esos hablantes, cómo es el cine, la radio, la televisión que se dirigen a ellos, cuál es su índice de lectura de libros, qué calidad y qué difusión tienen los periódicos en los que se informan, cuántos llegan a la universidad, qué posición social se reconoce al idioma, cuál es su presencia y su visibilidad verdadera en la cultura y en el debate público del país.

Me temo que de esos datos no se hablará mucho en el congreso. Las élites latinoamericanas son tan aficionadas a la retórica del español como a la del indigenismo, pero su horizonte intelectual suele situarse en los shopping malls de Miami. En nuestro país, la ineptitud general y la negligencia de otras épocas ha dado paso, con este Gobierno, a una beligerancia vengativa. En el congreso de Panamá el príncipe y el ministro de Educación y Cultura y demás autoridades competirán entre sí a ver quién segrega más palabrería untuosa sobre el español. Pero desde hace años, metódicamente, con toda la saña del ignorante hacia el saber y todo el resentimiento casi genético de las clases dominantes españolas hacia la ilustración, el Gobierno central, y los Gobiernos regionales y Ayuntamientos que le son afines, parecen empeñados en debilitar y hasta eliminar cualquiera de las formas de creatividad y de conocimiento que se hacen en nuestro idioma. Han arruinado los teatros y los cines subiéndoles insensatamente los impuestos. Han castigado a los maestros y a los profesores de la enseñanza pública reduciéndoles los suelos y obligándoles a dar clase en aulas superpobladas. Han destruido una gran parte del tejido de investigación científica que costó tanto levantar. Han ahogado a las revistas culturales eliminando suscripciones a las bibliotecas públicas, tan castigadas en sus presupuestos que muchas veces ya no pueden permitirse la compra de libros nuevos. Han seguido permitiendo la impunidad de la piratería, sumiéndonos más aún en un descrédito internacional que perjudica más aún la imagen ya penosa de nuestro país, y que además contribuye al enriquecimiento de esas compañías de telecomunicaciones que ofrecen luego puestos tan bien remunerados a los exministros. (En esto hay que reconocer que el mérito no les pertenece en exclusiva: la izquierda es tan culpable como la derecha de cultivar la demagogia de lo gratuito). Subvencionan el fútbol, las corridas de toros, las fiestas más brutales, los casinos, la fabricación y la venta de coches: pero no hacen nada por defender una industria del libro que es la más importante del mundo en español y por lo tanto crea riqueza y puestos de trabajo. En Francia la izquierda y la derecha se unen para poner límite a los abusos insolentes de Amazon y defender las librerías: en España, el presidente de la Comunidad de Madrid inaugura oficialmente el almacén de Amazon.

Quizás el ministro de Educación y Cultura aproveche su asistencia al congreso del español en Panamá para enorgullecerse del logro más sólido de su mandato: la declaración de la fiesta de los toros como bien de interés cultural. Es una vieja tradición de la carcundia española. Fernando VII ya cerró universidades y fundó escuelas de tauromaquia.

Antonio Muñoz Molina
El País


miércoles, 10 de julio de 2013

Libro: "Ciudades rebeldes. Del derecho de la ciudad a la revolución urbana"

 
"Ciudades rebeldes.
 Del derecho de la ciudad a la revolución urbana"
David Harvey
Ed. Akal
Colección Pensamiento Crítico

Mucho antes de que se creara el movimiento 15-M u Occupy Wall Street, las ciudades del mundo moderno se habían convertido en focos de la política revolucionaria, en los que emergían a la superficie las corrientes más profundas del cambio social y político. Las ciudades han sido, desde siempre, objeto de reflexión utópica y revolucionaria. Sin embargo, al mismo tiempo, la ciudad ha sido centros de la acumulación capitalista y línea del frente en las luchas por el control del acceso a los recursos urbanos así como de la calidad y organización de la vida cotidiana. ¿A quién corresponde ese control de la urbe, a los financieros y promotores inmobiliarios, o al pueblo?
 
Ciudades rebeldes sitúa la ciudad en el centro de la lucha de clases y en torno al capital, desde Johannesburgo hasta Bombay y desde Nueva York hasta São Paulo. Dirigiendo su atención tanto a la Comuna de París como al movimiento Occupy Wall Street y los disturbios en Londres, Harvey se pregunta cómo se pueden reorganizar las ciudades de una forma socialmente más justa y ecológicamente más sana, y cómo se pueden convertir en el centro de la resistencia anticapitalista.

«“¿De quién son las calles? ¡Nuestras!” En Ciudades rebeldes David Harvey nos muestra cómo podemos convertir en realidad ese dictamen. La tarea –y este libro– difícilmente podrían ser más importantes.» Benjamin Kunkel, autor de Indecision y fundador de la web n+1

miércoles, 26 de junio de 2013

Libro: "Adiós al crecimiento. Vivir bien en un mundo solidario y sostenible"

 
Adiós al crecimiento 
Vivir bien en un mundo solidario y sostenible
Jean Gadrey, Florent Marcellesi y Borja Barragué,
Ed. El Viejo Topo


Sinopsis: ¿Es el crecimiento la varita mágica capaz de remediar todos nuestros problemas? Ese es el discurso enviado machaconamente durante décadas desde los poderes políticos y económicos: el crecimiento es bueno para reducir el paro, garantizar las pensiones, disminuir las desigualdades o proteger el medioambiente. Pero, ¿y si el crecimiento no es la solución, sino el problema? ¿No será en estos momentos un factor de crisis, una amenaza para el planeta y un obstáculo para el bienestar?

Esto último es lo que afirman Jean Gadrey, Florent Marcellesi y Borja Barragué, quienes proponen como alternativa una sociedad del vivir bien y no del tener más. Desde el rechazo a la austeridad punitiva, diseñan una sociedad que puede llegar al pleno empleo con un alto nivel de protección social para todas las personas y dentro de los límites ecológicos del planeta. Es el camino hacia otra prosperidad post-crecimiento, más justa, menos violenta y, por tanto, realmente sostenible.

http://www.noticiaspositivas.net/2013/06/26/construir-una-nueva-prosperidad-sin-crecimiento-economico/

domingo, 19 de mayo de 2013

Libro: “Lo llamaban democracia”

 
“Lo llamaban democracia” 
De la crisis económica al cuestionamiento de un régimen político
Autores: Antonio Sanabria, Gonzalo Plaza, Miguel Montanyà, Ricardo Molero Simarro, Álvaro Minguito, Bibiana Medialdea, Sara Mateos, Luis Buendía, Nacho Álvarez, Víctor Alonso Rocafort (coord.) 
Icaria Editorial.

Cuando en septiembre de 2008 se produjo la caída de Lehman Brothers mucha gente intuyó que la convulsión del sistema financiero internacional –del mismo corazón del capitalismo– era simultáneamente el reflejo y el comienzo de una profunda crisis económica. Intuíamos entonces que esta crisis, lejos de ser un episodio accidental, constituía una manifestación de las intensas contradicciones que las principales economías del planeta habían acumulado durante las décadas anteriores: burbujas bursátiles e inmobiliarias, agudos desequilibrios comerciales y financieros entre las distintas economías, marcado incremento de las desigualdades, por citar los más importantes.

Sin embargo, resultaba difícil imaginar entonces, hace ya cinco años, que, después de convertir a una deuda injustamente socializada en la excusa para liquidar buena parte de los servicios públicos y nuestros derechos colectivos, en el Estado español la crisis daría lugar a una crisis política como la actual, en la que ya se cuestiona abiertamente el régimen emanado de la Constitución de 1978.

En el libro Lo llamaban democracia publicado recientemente por la editorial Icaria, pretendemos explicar, con rigor y compromiso pero también de manera accesible a todo el mundo, las claves económicas y políticas que marcan este proceso, así como los inmediatos dilemas que se plantean.

Viñetas de Gonner y fotografías de Álvaro Minguito, reflejo de las diversas luchas y resistencias sociales, acompañan los textos de los diversos capítulos. Nuestro objetivo con este texto, finalmente, no es otro que reivindicar la política como el mejor modo de enfrentarse a la crisis y recuperar la democracia.

Tanto el índice como la presentación del libro están disponibles en la página web de Icaria.

 

 

martes, 7 de mayo de 2013

Libro: "No nos lo creemos.Una lectura crítica del lenguaje neoliberal"


"No nos lo creemos". 
Una lectura crítica del lenguaje neoliberal
Clara Valverde
Icaria Editorial

Prólogo: Carlos Jiménez Villarejo
“Hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”.
“No hay alternativa”.
“Todos tenemos que hacer un esfuerzo para salir de la crisis”.
“Son medidas excepcionales para tiempos excepcionales”. 

El lenguaje es la primera y más necesaria arma que las élites políticas y económicas neoliberales utilizan para implantar sus políticas injustas y para aumentar las desigualdades. Acuden a estrategias lingüísticas llenas de culpa, miedo y confusión para mantener su poder y necesitan que la ciudadanía crea en sus palabras y las repitan. 

Este libro nos ayuda a desenmascarar el lenguaje neoliberal para entender las manipulaciones, dejar de creer las mentiras, cuestionar el poder, movilizarnos contra las injusticias y recobrar nuestra dignidad.

domingo, 14 de abril de 2013

Libro: "Cambiar de economía"

"Cambiar de economía"
Los Economistas aterrados
Ed. Catarata

CAMBIAR DE ECONOMÍA no solo es posible, sino que es hoy además una urgente necesidad. Bajo el pretexto de la presión ejercida por los mercados financieros, los gobiernos europeos están imponiendo unas políticas regresivas desde el punto de vista social y un retroceso sin precedentes a la democracia. Si se quiere escapar de la catástrofe social a la que aboca la ideología neoliberal, es necesario plantear un debate que permita formular alternativas. 

La regulación del sistema financiero, la reforma fiscal que garantice que contribuyan más aquellos que mayores beneficios obtienen del funcionamiento de la economía, la renovación y mejora de los servicios públicos, la defensa de un empleo de calidad, la reforma de los tratados europeos para poner fin a la competencia fiscal y social, la suficiente inversión pública que haga posible la transición hacia una sociedad más sostenible en el plano ecológico, son cuestiones importantes sobre las que Los Economistas aterrados formulan sus propuestas en este libro con el fin de abrir nuevas perspectivas.