Como una improvisada princesa de los arrabales que hubiera abandonado por unas horas su palacio para comprobar los estragos de la pobreza en sus posesiones, la niña camina absorta sobre las pestilentes aguas de los suburbios de Puerto Príncipe, ante la indiferencia de los cerdos, ajenos al pequeño milagro que centellea junto a ellos. En todo caso, ante tanta miseria deberíamos hacer algo más que fotografiarla, comentarla y sacarla en los periódicos. Deberíamos hacer algo más, pero no sabemos qué.
Alice Smeets.Público
Alice Smeets.Público