"Emociónese así"
Anatomía de la alegría
(con publicidad encubierta)
Eloy Fernández Porta
Ed. Anagrama
El capitalismo define el modo en que sentimos
y expresamos esos sentimientos. Eloy Fernández Porta
nos chafa la sorpresa en su ensayo Emociónese así.
Si usted cree que es una persona
única con una valiosa vida
interior no lea este libro. Está a
tiempo: olvídelo en una estantería
y continúe siendo un sujeto
con un rico mundo emocional y
unos vínculos afectivos plenamente
satisfactorios. Créame,
es un libro demasiado bueno, y
eso sólo puede traerle problemas.
En primer lugar, experimentará
una cierta negación
ante lo que está leyendo, del tipo
esto-no-puede-ser-verdad o
del tipo seguro-que-está-exagerando.
Después, sentirá una
leve angustia vital de los tipos
¿qué-ha-pasado-con-mis-verdaderas-
emociones? o ¿quién soy-
yo? Por último, hacia el
final del libro, sufrirá una desolación
existencial del tipo
tengo-la-misma-vida-interior que-
un-concursante-de-Gran-
Hermano. Sí, acaba usted de
ser consciente de que su vida
interior en realidad es Vida
Interior® y nada volverá a ser
lo mismo. Ni siquiera verá a la
novia de Rafa Nadal de la misma
forma.
Pero, una vez hecha la advertencia,
volvamos al principio.
Emociónese así es un libro
demasiado bueno, en el sentido
de que es uno de esos libros que
te hacen plantearte cuestiones
sobre las que no habías reflexionado
antes, e incluso sobre las
que creías que no había mucha
más reflexión que hacer. Desde
las teorías del poder de autores
como Bauman o Giddens, las
emociones han sido tratadas como
aspectos propios de la subjetividad
del individuo que el sistema
manipulaba y corrompía
fundamentalmente a través de
la publicidad para obtener un
rendimiento económico. Es decir,
las emociones, los vínculos
afectivos y la subjetividad existirían
de una forma previa e independiente
al sistema, que
intervendría en ellos después,
manipulando a los sujetos para
conseguir beneficios económicos
derivados de sus relaciones
sociales y su vida emocional.
Sin embargo, esa explicación parece
poco satisfactoria, sobre todo
en un momento en el que el
grado de complejidad de las estrategias
de dominación desplegadas
por el sistema hace que no
podamos ver el poder como un
objeto que se posee, sino como
una relación. Es decir, no como
algo externo a los sujetos que los
reprime y disciplina desde fuera
con un objetivo económico, sino
como algo que en buena medida
conforma a los sujetos y se filtra
en todas las relaciones sociales.
Las emociones y los vínculos
afectivos no son algo previo a su
inclusión en los circuitos económicos
por parte del sistema, sino
que son algo que se crea en esos
mismos circuitos: “En el estadio
del capitalismo en el que nos encontramos,
éste no es sólo un represor
de la voluntad, es sobre
todo un dispositivo productor de
subjetividades, que las genera y
codifica a la vez”, dice el autor de Emociónese Así. Las emociones
y los afectos debenentenderse
como “unidades básicas de
sentimiento” que se crean en los
circuitos económicos de lo que
Fernández Porta denomina el
“capitalismo emocional”.
En el estado actual del sistema
de mercado, lo económico y
lo humano chocan constantemente,
pero no como una confrontación,
sino de forma festiva,
como cuando se entrechocan las
copas en un brindis o como en la
imagen de la portada del libro,
en la que Marx y Rockefeller
chocan sus barrigas alegremente mientras
suena la música. En
buena medida, como dice el autor,
el libro es una nota a pie de
página de esa imagen, ya que a
partir de ella se analizan las
consecuencias de ese choque
festivo y constante entre lo humano
y lo mercantil que constituye
la característica fundamental
del capitalismo emocional.
Si antes el capitalismo era
representado por el dueño de
una fábrica vestido con levita y
sombrero de copa que supervisaba
a cientos de operarios desde
su despacho, ahora la representaciónmás
exacta sería la de
una actriz porno que vemos a
través de una webcam y que
apela a nuestro calentón para
que sigamos pagando mientras
se va quitando la camiseta de
Hello Kitty. Lo humano y lo
mercantil entrechocando alegre
y rítmicamente. Los flujos
económicos y los corporales
imposibles de distinguirse unos
de otros.
En el capitalismo emocional,
los sentimientos no son más
que gifts: pequeñas y cursis unidades
de sentimiento que repiten
constantemente una misma
acción y que son aplicables a
múltiples situaciones. Tenemos
todo lo que usted puede necesitar:
un oso de peluche abrazando
un corazón para expresar el
profundo vínculo amoroso que
mantiene con su pareja, un unicornio
alado con un arco iris al
fondo perfecto para mostrar sus
ansias de libertad o una rosa
abriéndose para que el mundo
conozca su esperanza en un futuro
mejor. Unidades de sentimiento
intercambiables que
pueden ser usadas en múltiples
situaciones afectivas.
Si a estas alturas usted ya empieza
a sentir esa leve desolación
existencial de la que le hablaba
al principio, no se preocupe: aún
puede leer Emociónese así, que
funciona como una especie de
mapa para manejarse en esas
unidades de sentimiento propias
del capitalismo emocional. La
sensación no desaparecerá, pero
al menos sabrá a qué se debe y
podrá echarle la culpa al autor,
por obligarnos a que nos
planteemos cuestiones en las
que antes ni siquiera habíamos
pensado (¿qué hago yo ahora
con el gift de los osos abrazándose
queme acaba de enviarmi novio
por email?/ ¿dónde puedo encontrar
un gift que exprese esta
desolación existencial?).
En definitiva, es un libro brillante
que hace saltar por los
aires nuestras concepciones
sobre la intimidad y la subjetividad
y que lo hace además de
una forma accesible y entretenida.
No espere encontrar largas
citas entrecomilladas ni
complejas referencias a autores
desconocidos, aquí los referentes
son Crumb y El gran
Lebowski. Al fin y al cabo,
estamos en la Era Afterpop,
la época en que las groupies se
permiten decirle que no a la estrella
musical mientras siguen
gritando como histéricas y en
la que la cultura oficial no es
más que una copia barata y un
poco cutre de la subcultura.
Bienvenido al capitalismo
emocional. Conecte su web
cam y póngase cómodo, tenemos
unas cuantas emociones
para usted. //
Layla Martínez
Diagonal
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